martes, 16 de septiembre de 2008

Los juegos Internacionales:




Cuando era niño solía jugar a los chinos con el resto de niños de mi barrio. El juego se basaba en intentar adivinar la suma de monedas de cinco pesetas que había oculta en nuestras inocentes manos. El ganador acababa llevándose los diez u once duros que juntábamos entre todos, hoy en día los gobiernos siguen jugando a los chinos pero nuestro pequeño ejercicio de microeconomía era mucho más honesto que los asuntos que ahora se traen entre manos.
La mejor manera de no perder tu dinero en el barrio era hacerte amigo de los matones, mirar hacia otro lado cuando pegasen a otro desgraciado y estar atento para recoger las tajadas. En este 2008 no solo se celebra nuestra Expo del agua, sino que también hay otros grandes eventos internacionales. Posiblemente el más grande de ellos sea los juegos olímpicos de Pekín.
Estos juegos tienen el beneplácito de la comunidad internacional pese a que el gobierno chino vulnera de forma sistemática los derechos humanos de sus ciudadanos, esta situación es debida a que China se ha convertido en la segunda economía del mundo y va camino de ser algún día la primera. No es la primera vez que un régimen que no practica el fair play  organiza estos juegos, pero anteriormente la comunidad internacional mostró de una manera u otra su repulsa ante la situación. Como ejemplo de esto está “Berlín 36” o “Moscú 80”, pero al parecer de este Pekín 2008 es mejor pasar olímpicamente del tema.

Cuando éramos niños, podías ignorar al matón y permitir que le zurrase a algún tipo más pringado que tú en el barrio. Pero inevitablemente más tarde o más temprano te terminaba currando a ti.

domingo, 14 de septiembre de 2008

España es una verbena


14.IX.2008


  TESTAMENTO

España es una verbena. Todos quieren participar de ella. El día en que las barracas de feria destapen sus miserias y aflore la pestilencia, nadie habrá tomado parte de la fiesta. Entre tanto, carpe diem. El Apocalipsis está próximo, porque el nefando modus operandi es una metástasis generalizada. No es sólo cosa de las inmobiliarias, constructores y ayuntamientos conchabados… Se construye con pequeñas corrupciones, con dejaciones cotidianas a veces imperceptibles: el funcionario que opta por una empresa afín, el presupuesto troceado para sortear la ley, los negocios en B, las comisiones ocultas, etc. No es una cuestión de cantidad, sino de aptitud miserable. Y en la democracia española, felizmente demolido el nacional-catolicismo castrante, el culto monoteísta al becerro de oro se ha impuesto por doquier. Explícita o implícitamente la mayoría es devota de sus doradas cualidades, e incluso las espiritualidades más subidas han pactado con él. Esta dependencia, mefistofélica a veces, ha propiciado una sociedad cómoda y poco radicalizada, pero que se sustenta en una cadena de injusticias. Mientras una mayoría con nóminas controladas tributa, una minoría de listillos y trincones se mueven en los pantanosos territorios del dinero no declarado. Ahora celebran los banquetes con adquisiciones de lujosos coches y chalés, pues en el futuro esa mayoría silenciosa y tributaria les sacará del agujero con sus impuestos. Este es el modelo que hemos elegido, el menos malo de los que existen en el mercado, según nos dicen los que también se han inventado el mercado.

                                                                    JAIME MIÑANA