El Fondo Monetario Internacional, tras reconocer que marró en la política económica perpetrada en Grecia, viene a España a proponer la misma receta. Hay que profundizar en la salvaje reforma laboral, abaratar el despido y moderar los salarios. A lo largo de la Transición los salarios no han dejado de perder poder adquisitivo, pero hay que seguir en esa línea, que el FMI vela por la salud económica de todos... Por eso en España cada vez hay más ricos y más pobres. El FMI, por ejemplo, recomienda subir los impuestos, pero los indirectos, no sea que los directos afecten a esos ricos, que son los que dan trabajo a los demás y son la granada ciudadanía que hay que mimar.Todas esas políticas neoliberales han arruinado la cuna de la democracia, han dejado en ruinas Irlanda y Portugal y están en ello en Italia y España; el FMI ha reconocido su error en Grecia, pero sigue aplicando la receta en el resto de los PIGS. Y es que los cerdos pueden comer cualquier cosa, como saben bien los ganaderos y los banqueros. En el documento presentado en España queda claro que el organismo económico quiere el crecimiento, pero no nos entra en la cabeza que este llega desmontando totalmente esa cosa tan molesta que es el Estado de Bienestar, el padre de todos los vicios económicos, el origen de una crisis donde los poderes financieros, los pobres, no han tenido nada que ver. Por eso trasvasemos la riqueza de ese trasnochado tesoro colectivo a los verdaderos actores de la posible reactivación.
El Gobierno de España dice que el FMI se ha pasado un pueblo, que no tocará la reforma. Pero todos sabemos que esos informes se hacen en aquiescencia con los gobiernos, esos que son elegidos por el pueblo para gobernar contra el pueblo. Porque el pueblo es ignorante, no entiende la complejidad del entramado económico contemporáneo..., por eso se le presenta un programa y se ejecuta otro, por eso se escenifica una aparente discrepancia aunque todos saben que coinciden plenamente en los objetivos. Se equivocarán, lo reconocerán, pero se saldrán con la suya, que es la causa de quienes les pagan.
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