Se dice que España es el país de la picaresca. Desde Rinconete y Cortadillo hasta Los Bingueros, la tradición narrativa española se ha dedicado a retratar esa laxa moralidad que siempre parece estar sometida a los asuntos pecuniarios. En los últimos años buena parte de la clase política nos ha recordado lo poco que ha cambiado este país en este tiempo.
El caso Gürtel, pese a su extraño nombre, es la cosa más española que existe desde la tortilla de patatas. Es bastante difícil de imaginar el surrealismo que rodea a este escándalo localizado en cualquier otro lugar del mundo. Y es que aunque es cierto que en los últimos años España no gana para disgustos, este bendito país nos regala algunos días imágenes tan irónicas que casi hace que todo esto merezca la pena.
Hoy se ha elegido el jurado popular para el juicio contra Camps. Para tal elección se ha contado con el puntero artefacto de un bingo de juguete.
Muchos twitteros al ver la imagen se han apresurado a adjetivarla con el término berlanguiano, pero en mi opinión las películas de Berlanga eran mucho más sutiles que estas imágenes que nos toca ver cada día en el telediario. La imagen hoy acontecida en los juzgados de Valencia se acerca más al mundo de Mariano Ozores, director de la película citada en el título de este post. No he podido evitar recordar una secuencia en la que Pajares y Esteso echan unos cartones con la familia de un recién fallecido, el cual se encuentra todavía de cuerpo presente en la casa. El Bingo utilizado en la película es extremadamente parecido al utilizado hoy. Pocas veces podemos ver una metáfora tan certera y mordaz de lo que es España, un país donde la justicia se pasa el día jugando con su infantil e inocuo juego de azar mientras todo parece derrumbarse. Si algún día el mundo termina a nosotros nos cogerán jugando al Mus.
Si piensan que está es la única similitud que existe entre el caso Gürtel y Los Bingueros, les invito a que naveguen por la red buscando el cameo del bigotes en la cinta, por algo era el cuñado de Andrés Pajares.
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