Francisco Camps, expresidente de la Generalitat Valenciana ha sido entrevistado en la revista Telva. Sus declaraciones no tienen desperdicio y confirman su personalidad megalómana y fallera, llegando a afirmar que: <<Lo único que he hecho ha sido ganar elecciones y hacer que la Comunidad Valenciana se sintiera por primera vez en muchos años fuerte, próspera, digna, moderna y leal a España. Nos hemos situado como motor de este país. Durante el invierno nuclear del gobierno de Zapatero, Valencia alumbraba el camino del futuro de España>>. Ese faro que alumbra las Españas es la comunidad autónoma más endedudada, 20.762 millones de euros por más señas, un territorio donde los alumnos de los institutos no tienen calefacción y otra serie de carencias que están saliendo cada día tras esa fachada triunfalista.
La región levantina ha sido el paradigma de ese modelo especulativo y trinchón que ha imperado en España en general, pero que aquí se ha llevado a cotas de ninot esperpéntico. Bancaja, Terra Mítica, la Ciudad de la Luz, Canal 9, la especulación inmobiliaria sin freno son indicativos de un modus operandi próximo a la Cosa Nostra, solo que auspiciado desde la administración autonómica. Que este santo varón -por algo está próximo al Opus Dei- se presente como emblema de la honradez (los fallos de la justicia le han envalentonado) y modelo de gestión política, como hace en la citada entrevista, es otra nota más de esta astracanada de pésimo gusto. Él se cree un nuevo Cid Campeador, pero la Historia ya le ha juzgado como el más emblemático protagonista de la opera bufa del desarrollismo ibérico enloquecido que nos ha sumido en estos barros.
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